Eres y no.
Mónica, tu madre, es también la alteridad, mi Otra siempre, mi espejo a veces. Tan otra es que a veces me sorprendo. Abro los ojos y la encuentro durmiendo a mi lado. ¿Qué hace aquí? Me pregunto. ¿Qué hago yo? ¿Por qué hay una mujer durmiendo junto a mí si es una desconocida, si no lleva mi sangre, si viene de otro lugar, si carga con otra historia? ¿Quién le dio permiso para hacerse sitio en mi vida y expandirse e invadirme cada momento y cada espacio? Extrañamiento. Otredad. Luego olvido ese desconcierto y bajo las defensas y me dejo invadir. Nuestros olores se confunden, nuestras vidas se entretejen. A veces me sorprendo diciendo palabras que decía su padre, tu abuelo, al que yo no conocí: ¡Leler, más que leler! Otras veces repito frases que decía su abuelo materno, tu bisabuelo, como si fueran mías: ningún niño ha aprendido nunca nada en ninguna escuela . Con frecuencia cocino guisos que me enseñó su madre. ¿Quién soy yo con tanto ella? ¿Qué queda de mí? Cuando irrumpiste aq